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jueves, 10 de julio de 2014

MUNDIAL DE MIERDA

Cobertura exclusiva para Metrovìas por Ariel.

Muchas veces hasta que Metrovías me despidió represivamente, me tocó comentar partidos del mundial para la página web de esta empresa que abusa de sus empleados de la administración veinte años después de iniciada la concesión.
Entonces descolgaba del placard mi título de periodista para colaborar con un comentario intentando que sea despojado de las sensaciones personales y alejado de la euforia del hincha. Ahora, a tres años de mi despido, a pocos meses de una dura derrota en la lucha por mi reincorporación y en este caso si dando tinte personal al comentario; hago este análisis. Lo hago como un enviado especial desde el inframundo laboral al que me ha enviado la empresa y con una depresión que le quita color a un mundial donde el colorido prevalece.
Es que mientras todos sueñan con la final de un mundial que es gloriosa para los 40 millones, yo estoy en este oscuro espacio reservado para los derrotados. En la gloria los triunfos son de todos y en las derrota los problemas son personales, es tan viejo como el mundo esto. Por eso quedé aquí, en silencio, lejos, luego de sufrir mi propio 7 a 1 y sobrellevando una humillación que nadie merece.
Ahora ahí está el mismo teléfono que explotaba cuando todo era esperanza, inmóvil mientras pasan los días como un testigo silencioso de una procesión que comenzó nuevamente hace unos meses pero parece eterna. Esperando un llamado salvador que me permita retomar mi vida, mi carrera.
Pero no. Como Moacir Barbosa después del Maracaná estoy sufriendo mi primera muerte y aún con ayuda de gente conocida, aún con el intento de contactos políticos y con el esfuerzo del sindicato por conseguir reinsertarme laboralmente no he logrado volver a trabajar en una empresa importante. Ni siquiera una entrevista he tenido en estos últimos 5 meses. Cada puerta que se abre esa misma mano pesada del Grupo Roggio que me aniquiló en mi subte me la cierra.
Condenado a esta marginalidad en las ligas mayores, ahora tampoco resulto viable en las empresas mas chicas. Solo con googlear mi nombre aparecen referencias de mi lucha y eso me vuelve automáticamente una especie de guerrillero suicida anárquico y con tendencias destructivas solo por pedir para mis compañeros aquello que la ley les reconoce pero Metrovías no. Lo mas posible es que junto a mi título de Periodista guarde una vez mas el de Licenciado en Comercio Exterior y termine otra vez exiliado trabajando de cualquier cosa por unos pocos pesos.
Por eso este Mundial para mi es una mierda, en él se conjugan el gran anhelo deportivo de la vida de un amante del fútbol de ver a Argentina en una final, con una frustración sobre mi vida que me genera un desinterés absoluto por lo que pase el Domingo. Como interesarme, si a mis deudas pos juicio tengo que sumarle las que se acumulan cada día que estoy en casa marginado de la actividad laboral en un endeudamiento que no puedo pronosticar hasta donde llegará hasta que vuelva a tener un ingreso.
No obstante eso deseo por la gente que amo que Argentina salga campeón, inclusive a mi quizás en algún momento del futuro esto me genere cierta alegría. El hecho es que lamentablemente hoy solo soy un corresponsal que escucha clamores de la euforia ajena desde el fondo del pozo ciego al que me condenaron. Mientras Metrovías se sigue cagando en todo y particularmente en mi, sufro con impotencia su omnipotencia mientras veo como me sigue tapando con su mierda.
 Ojalá ustedes tengan un gran Lunes, para mi va a ser tan feo y vacío como cualquier otro. Cada Lunes sin trabajo es una frustración. El grupo Roggio que me dejó en el piso me seguirá pateando y yo anhelando los días previos a mi 7 a 1 con el dolor de no poder cambiar la historia, de ya no volver a ser nunca o por un largo tiempo.
No sé, ni sé si quiero saber.


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