BLOG DE LOS EMPLEADOS DE LA ADMINISTRACIÓN CENTRAL Y EL RESTO DE LAS DEPENDENCIAS ADMINISTRATIVAS. PARA NUESTRO JUSTO DERECHO A AGREMIARNOS Y ESTAR INCLUIDOS EN EL CONVENIO COLECTIVO DE TRABAJO.

domingo, 3 de agosto de 2014

LA SOCIEDAD DE LOS PROLETAS MUERTOS

El saber nos perjudica a la hora de buscar trabajo, nos convierta en sujetos peligrosos e indeseables; es una paradoja pos mortem a la que nos enfrentamos los despedidos. Los que luchamos, los que morimos en la lucha sin lograr nuestro objetivo, portamos cicatrices inocultables que nos condenan indefinidamente a la oscuridad. Hoy desde esta invisibilidad a la que fui expulsado por unos y abandonado por otros, todo se ve mas claro inclusive lo mas oscuro. Soy mejor en vano.
Esas cicatrices se manifiestan de distintas formas, pero la consecuencia es siempre la misma. Nos ponen de cara al desprecio o nos cierran la puerta cuando una pequeña luz en el horizonte parece mostrarnos una salida.
No hay forma de escapar, cuando portás cuan si fuera una marca de agua el mote de conflictivo por haber reclamado por otros lo que la ley reconoce pero muchas empresas sanguinarias no. Al igual que en la guerra en materia laboral desaparecen los grises,  sos un civil si nunca reclamaste nada o un terrorista.  Del primer estado se puede salir, del segundo no. Una vez que te rotulan como una persona riesgosa pasas a proletariado muerto, te detectan, te eliminan, te torturan y quedas al margen de cualquier posibilidad de volver a tener un sueldo en empresas de cierta importancia. Te castigan cuantas veces les sea posible hasta transformarte en un sujeto furtivo que avergonzado debe negar su vida anterior y profesar no estar dispuesto a pensar para tener alguna efímera esperanza.
Otra huella que no nos podremos quitar es la de la derrota. Si en occidente aprovechan nuestra derrota para terminar de desaparecernos, en oriente se avergüenzan de ella esforzándose por ocultarla. Por ocultarnos. No hay sitios para los ex combatientes de una guerra prohibida, nuestra imagen pasa a ser un ícono de las causas perdidas. Pasamos del heroísmo a la humillación, donde había flashes ya ni siquiera quedan miradas.
Nos vamos desapareciendo, el alud represivo nos arrasa definitivamente borrando nuestra autoestima, templando nuestro carácter y abandonándonos a la desesperanza. Cuando te van arrastrando cuesta abajo, cuando tu boca ya está tapada, cuando no tenés a que aferrarte; de nada sirve saber que hacer porque no tenes los medios para hacer nada.
Como los viejos, los derrotados, accedemos a un nivel de conocimiento y desarrollamos un poder de análisis subestimado en virtud del lugar de la historia en el que nos toca estar.  El desprestigio tapa todo por lo que de nuestra voz ni siquiera resuenan los ecos, si alguien la percibe no la oye mas que como un quejido confuso.
Bien dicen. "Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia". La verdadera historia es la que nadie llega a oír, aún cuando los que perdimos tenemos mucho mas para decir que los que triunfaron.  La derrota nos vuelve mas sabios pero a su vez nos lleva a un lugar donde esa sapiencia resulta inaplicable. Así vemos que nuestra capacidad es despreciada y vemos mutar en utopía nuestro deseo de trabajar en alguna de las carreras que estudiamos.
Si solo supiera sonreír sería mas fácil,  cualquiera me daría crédito, pero nadie asume el riesgo de invertir en aquel que tiene mucho mas que una sonrisa para ofrecer. Ni sindicato, ni estado, ni partidos políticos, ni asociaciones civiles, ni empresas, ni alguna mano amiga que se extendió generosa; nadie pudo quitar la bota opresora de los Roggio de mi cabeza. Solo, abatido, escapando la mirada a la de mis hijos para no transmitirles mi dolor y sin salida a la vista; junto recuerdos de lo que debió ser pero no fue. Mi curriculum está marcado, condenado al desprecio por el reflejo de mi propia imagen. Parafraseando nuevamente en este párrafo a Sui Generis. "Solamente muero los Domingos, y los Lunes no me siento bien".

No hay comentarios:

Publicar un comentario