BLOG DE LOS EMPLEADOS DE LA ADMINISTRACIÓN CENTRAL Y EL RESTO DE LAS DEPENDENCIAS ADMINISTRATIVAS. PARA NUESTRO JUSTO DERECHO A AGREMIARNOS Y ESTAR INCLUIDOS EN EL CONVENIO COLECTIVO DE TRABAJO.

martes, 18 de noviembre de 2014

SEGUNDOS AFUERA

En cada esquina del cuadrilátero las partes estuvieron siempre bien definidas, el bien y el mal, sin grises. Yo que busco lo mejor para la administración del subte y Metrovías que lo ha vampirizado sin piedad durante mas de veinte años. Un humilde superpluma hispano argentino con el liviano golpe que se puede dar con la razón, contra un peso pesado cordobés con un poder desmedido.  
Por eso la sorpresa, por eso la euforia desmedida y el bullicio de casi todos cuando se veía un romántico triunfo del mas débil que lograba hacer justicia aún ante tales desigualdades. Y así habíamos llegado casi hasta al final de una épica batalla en la que el bien por fin tal como en las películas lograba imponerse sobre el mal. Donde en la esquina del mas postergado se juntaban cada vez mas voces de aliento que se acercaban a palmearme la espalda en cada descanso.
Pero sobre el cierre, cuando todo decía que en las tarjetas se consolidaría ese logro, apareció un giro tan absoluto como inesperado. Y el peso pesado noqueador que contaba con demolerme a golpes mucho antes, debió recurrir a un recurso extra.  Fue así que cuando ni siquiera estaba a riesgo de algún cruce, cuando me mantenía atento para conservar la distancia, apareció la mano.
Esa oscura mano de la justicia, impredecible, surgida desde mis espaldas y generando retumbes que nunca cesarán, se hizo presente en esta larga velada de mas de tres años que les describo.  Me aturdió, me confundió, me dejó tambaleando.
Groggy luego de recibir el golpe de mi vida, deambulé cerca de la lona, mirando el piso, humillado, con ganas de encontrar un agujero entre la lona para volverme avestruz. Pero mis piernas me sostenían mientras trataba de estabilizarme, de terminar de trastabillar por el ring buscando algo de que agarrarme.
Cuando aún solo veía la lona comenzaron a llover toallas en mi nombre, gente que me rendía cuando aún ni me habían contado.  Se llenó el ring de trapos de un blanco insulso que entorpecía aún mas mis ya débiles desplazamientos sin aportar ninguna solución.
Comencé entonces a sostenerme entre las cuerdas, solo, en medio del silencio de quienes se vuelven cada vez mas cómplices y parte de un abuso. Entonces surgió mi pedido de ayuda como un gemido desesperado que incomodaba a quién lo escuchaba y por el que se alzaron pocas manos por compromiso que acudieron piadosas sin muchas ganas. Y así pasando por entre las cuerdas, besé anillos de unos y otros, me comencé a arrodillar ante mis amigos encogidos de hombros y mi enemigo burloso; en pos de algo de dignidad para quien casi logra lo imposible. Algunos me pegaron, otros me palmearon la espalda con promesas falsas, pero nadie hizo nada.  
Con un coraje que los que ganaron algo nunca tendrán, me volví a incorporar por mi cuenta. Me paré esos últimos segundos para terminar el último round y llegar a las tarjetas. Me volví a mi esquina aún con aquel silencio de fondo, comprobando que los que habían tirado la toalla en mi nombre habían desaparecido, ni siquiera se acercaron para alcanzarme el banquito y evitar que cayera sentado sobre la lona a esperar el fallo del jurado.
Así llegué solo, así me quedé en mi rincón abrazando mi bandera que es la única que no voló sobre el cuadrilátero y era la única capaz de decretar mi rendición. Lloré, lloramos mientras veíamos con dolor como ya era recuerdo la primera tarjeta tan favorable como justa, a la que siguió la segunda del juez que me aplicó aquel golpe defenestrándome burdamente y finalmente la tercera que hubiera definido el pleito nunca existió.
Así, en un fallo dividido,  no arribamos a una decisión final de parte de los jueces en este encuentro. El último round fue un fraude demoledor con mi cuerpo, con mi vida y con mi alma, pero que no logró quitarme la posibilidad de volver a soñar mi sueño.
Ellos acostumbrados a ganar dirán que han ganado, yo acostumbrado a luchar seguiré luchando. Ellos acostumbrados a mentir lo seguirán haciendo, yo seguiré cargando el peso de la verdad sobre mi despido represivo que conoce toda administración pero desconoció un puto juzgado. Ellos seguirán violando nuestro subte, yo lo seguiré amando.
Pero nada se definió en el ring por lo que habrá que definirlo fuera del mismo, ya sin plazos, en una pelea que será aún mas desigual pero que voy a enfrentar con los mismos huevos de siempre para cagarte a piñas Metrovías si es necesario. Alterando tu acción corrupta en el subte y peleando para que se respeten los derechos de mis compañeros administrativos. El abuso se tiene que terminar, el abuso lo tiene que terminar un abusado y soy el mas impunemente abusado por Metrovías.

Segundos afuera, ahora somos nosotros. Amigos de la administración del subte VOLVÍ, VAMOS POR TODO!!!


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